lunes, 23 de junio de 2008

OTRO SISTEMA ES POSIBLE (y IV)


Terminaré esta serie saliendo al paso de algunas de las dificultades que podría implicar la construcción de un motor informático que permitiera conocer la opinión de la Sociedad, sobre asuntos de su interés, de un modo rápido, aséptico y eficaz. Es evidente que una herramienta de este tipo pondría a los políticos al servicio de la voluntad ciudadana, exactamente igual a como hace el teléfono con los profesionales que trabajan en la economía real, en la que son los clientes los que saben lo que quieren, y son los profesionales los que conocen cómo hacerlo y cuánto cuesta cada servicio. Me parece evidente que una herramienta de este tipo sería el revulsivo para cambiar radicalmente la manera actual de hacer política, por otra parte tan desacreditada. Comprendo que políticos apoltronados o ciudadanos acomodados puedan ofrecer resistencia a cambios estructurales tan profundos, pero todos aquellos que sinceramente crean que la legitimidad del poder reside únicamente en los ciudadanos, y que éstos deben ser representados del modo más eficiente posible, no tendrán inconveniente en profundizar en la introducción progresiva de herramientas que faciliten esta tarea.

Ya hice una relación de dificultades en el primer escrito de esta serie. No puedo aquí ni hablar de todos los inconvenientes ni de todas las ventajas. Todo proyecto implica ambas cosas, pero son las perspectivas lo que pone en marcha el esfuerzo y la energía de sus promotores. La pregunta es: -¿Interesa a un demócrata una herramienta que permita conocer el sentir social sobre cualquier asunto en que lo ciudadanos quieran pronunciarse?

La principal argumentación en contra de mi propuesta nace del miedo, creo que honradamente sentido en muchos casos, a que el hecho de ceder la palabra –y por tanto el poder decisorio- a la ciudadanía desemboque en anarquía y demagogia. En el fondo se piensa que la gente no está preparada para autogobernarse. Es el clásico despotismo ilustrado, aunque pueda ser bien intencionado. No hay más que ver –dicen- lo que hemos enviado a eurovisión por voluntad popular o la telebasura que tanta audiencia concita para deducir que a la gente no se le puede dejar tomar decisiones sobre cosas serías.

Sabemos que las masas son capaces de cometer graves errores cuando funcionan de modo acéfalo, y que en situaciones límite, una mente fría seguramente podría decidir con mucha más eficacia, pero a esto respondería que en absoluto propongo reemplazar al político, sino habilitar una nueva línea de comunicación con él. En la vida real, el poder del profesional competente no es en absoluto despreciable, y la comunicación no limita su capacidad de acción. Sólo la orienta. Utilizando un símil marinero, sería la diferencia entre gobernar (decidir el rumbo) y trabajar (manejar la nave para que lo siga). En definitiva, reivindico la capitanía para la Sociedad, en lugar de cómo hoy, solamente elegir al capitán de tanto en tanto. De hecho los políticos seguirían tomando la mayoría de las decisiones para llevar a cabo el proyecto social que se pretenda. Los ciudadanos tienen sus propias preocupaciones, por eso delegan. Sólo les interesa conservar la capacidad de orientar la función política y de exigir responsabilidades rápidamente cuando proceda. Es importante hacer notar que esto no tiene nada que ver con la anarquía. El poder es necesario. Lo que se discute es quién lo detenta realmente en última instancia. Y en todo caso, la implementación de la herramienta sería de modo progresivo y tanteando. No estamos desnudos, de pies en la nieve.

Pero vayamos al análisis de la supuesta incapacidad de la Sociedad para decidir sobre sus propios intereses. Resulta superficial e interesada una mirada simplista sobre la incompetencia o irresponsabilidad de los ciudadanos basada en pequeños o grandes aspectos negativos, que siempre existen en cualquier organización o grupo. Hay que mirar a la Sociedad en toda su colosal amplitud. Como se contempla una ciudad desde una montaña cercana. Y desde esta perspectiva la complejidad y eficacia de una sociedad avanzada es admirable. Hasta las cosas más aparentemente sencillas, como ir al mercado a comprar unos tomates, exige la conjunción de un número de intereses e inquietudes que resulta asombrosa. Ni siquiera sabríamos por donde empezar. ¿Por qué nudo empieza una red? Quizás el agricultor, pero éste usa abonos, herramientas, energía, comunicaciones, sistemas de riego, ayudas informáticas y otros servicios que cada uno, por si mismo, abre otro gran abanico de posibilidades. Luego están los transportistas, envasadores, conserveros, sistemas de distribución, fabricantes de plásticos, bombillas, tuberías, mobiliarios, edificios de todo tipo, bancos, profesionales de muchísimas ramas y podría seguir. Todo eso para que los tomates estén allí, esperando que el cliente vaya a buscarlos cuando lo desee. Y no acaba ahí la cadena. Podría seguir con todo lo necesario para preparar la aparentemente sencilla ensalada de tomates. Desde la cocina a la bandeja ensaladera y los cubiertos, construidos con acero extraído de minerales desenterrados por algún minero. Toda esa increíble maravilla está funcionando para que pueda tomarse esos tomates, preparados a su gusto, como si fuera la cosa más natural. Y sin embargo, no existe una organización central, ni un cerebro central que la haya pensado, planificado ni coordinado. Ya he dicho en anteriores escritos que la Sociedad real funciona en red, con múltiples nodos de poder y decisión, que aparecen y desaparecen espontáneamente según las necesidades. Y me refiero a los nodos, no a las personas, que sólo han de adaptarse. Una Sociedad así no podría funcionar sin sistemas de comunicación bidireccionales y en tiempo real, y ninguna inteligencia central podría organizarla y ni siquiera imaginarla, como ha demostrado la Historia hasta que las redes de comunicación fueron posibles. Dicho de otro modo: la compleja Sociedad actual no sería posible sin el teléfono, por muy geniales que pretendieran ser sus dirigentes. Sin las herramientas adecuadas es estéril hablar de políticas complejas. Y una Sociedad más justa, eficaz y mejor representada es imposible sin una herramienta de comunicación social bidireccional como la que he presentado a lo largo de estos escritos o algo semejante. Todo lo demás es producto viejo y perder el tiempo. Sin piano, Chopin nunca habría podido realizar su música.

La estructura política actual es piramidal incluso en las democracias avanzadas. Y se articula por estratos de poder frecuentemente enfrentados entre sí, en lucha permanente por defender sus parcelas de influencia bajo criterios, demasiadas veces, de intereses partidarios o personalistas. Es una estructura simplista, anticuada e ineficaz para la compleja Sociedad actual, porque carece de un sistema de comunicaciones moderno, eficiente, bidireccional y en red. Y lo seguirá siendo mientras no se la dote de herramientas de ese tipo. Lo demás son parches y remiendos. Es importante comprender que no es un problema de personas sino del Sistema en sí. De lo contrario, en algún país se habría ya construido una sociedad mucho más justa. No puede ser que todos los equipos sean incompetentes o malvados.

Sea cual sea la buena voluntad y competencia de los gestores de la cosa pública, no tengo ninguna duda de que ningún equipo puede ni siquiera soñar con comprender o imaginar las infinitas posibilidades que puede proporcionar un conjunto social que se ve directamente afectado por los problemas. Sencillamente la suma de inteligencia y experiencia social del colectivo vuelve insignificante cualquier equipo humano aunque esté formado por genios. Nadie es inteligente en solitario.

Y falta por derribar un último mito: la supuesta irresponsabilidad de las personas en asuntos de la cosa pública. Todo sería pedir y pedir, argumentan los que pretenden que nada cambie. Pero si miramos un poco más cerca a los ciudadanos, a esos que incluso no tienen estudios ni mucha conciencia política, y nos metemos en su mundo y en su vida, podremos ver como la inmensa mayoría son enormemente responsables en la administración de sus intereses particulares y pequeñas haciendas. Y es por la sencilla razón de que de sus decisiones depende el equilibrio y estabilidad de sus vidas. Conocen sus querencias pero también sus posibilidades, y se ajustan a ellas con ejemplar responsabilidad. Y es, además, ese conocimiento de sus posibilidades y limitaciones, un estímulo de superación personal muy eficaz. Dadle responsabilidad a una persona y se volverá responsable. Convertid sus actos en irrelevantes y lo haréis irresponsable. Ésa es la verdadera realidad. Mirad fuera: ¡la compleja Sociedad funciona!

En una sociedad con sistemas de comunicación política bidireccional no serían posibles las maniobras de ingeniería social que se practican incluso en las democracias avanzadas. Ningún grupo de poder podría imponer sus puntos de vista sin un gran consenso social, es decir, cuando no hace ingeniería sino servicio al sentimiento mayoritario. Fenómenos como los que se han dado y se están dando en Cataluña, el País Vasco o Galicia, por hablar sólo de España, no serían posibles. ¡La gente no es tonta! Aunque sí que se la puede enmudecer. Basta con no proporcionarles medios de expresión adecuados y pintar la realidad deseada en los medios de comunicación del Sistema. Es aquello de repetir la mentira las suficientes veces durante el suficiente tiempo.

Tampoco existe ninguna razón convincente para esperar que una Sociedad, en su conjunto, no pueda atender a las minorías o a los colectivos más necesitados con menos eficacia que un equipo político. La conciencia social no es exclusiva de los grupos gestores, y es probable que cuando un grupo social centra su atención en un colectivo desfavorecido, tenga muchos menos intereses particulares que un equipo político que pretenda hacer lo mismo. Además, siempre hay un conjunto social al lado de todo colectivo minoritario o necesitado. No se puede decir lo mismo de los equipos políticos.

Para terminar, si un partido político quiere realmente alcanzar el poder para cambiar la manera de hacer política, ya he dicho muchas veces que ha de entrar en competencia con un gran respaldo económico y mediático o con un producto nuevo. C’s sólo puede aspirar a la segunda opción, y por ello tendría que ser pionero en la creación de herramientas de comunicación como la que he apuntado en estos escritos. Como ya dije, se podría empezar por una ventanita en la zona de afiliados de la web que dijera:

-¿Qué desea usted?

De haber dispuesto de esa posibilidad, ¿no creen ustedes que muchos de los actuales problemas de C’s no existirían?

Juan José Ibáñez

C’s de Sant Cugat

Endavant ciutadans!

P.D. Seguimos en el Partido perdiendo el tiempo, divididos y poniéndonos palos en las ruedas en lugar de hablar de cómo crear y vender producto político nuevo. Es muy probable que este Partido no resista más “victorias” de ninguna parte sobre otra. Es preciso el diálogo y la conjunción. Fuera lo tenemos todo por hacer. En breve, tras el verano, tenemos las elecciones autonómicas vascas. Carecemos de estructura en esa Autonomía. Lo más sensato sería pedir el voto para la UPyD (¿o prefieren otro?) y enviar algún equipo, como pensó una afiliada, que pegue carteles con el lema: “Vote UPyD mientras no pueda votar Ciudadanos”.

Para marzo tendremos las autonómicas gallegas. Allí sí que podemos y debemos estar. Para entonces C’s debería poseer un proyecto consistente y consensuado. Escuchemos y apoyemos a los compañeros que tenemos allí. No son una Agrupación de unos cincuenta. Son la 5ª Autonomía de España por número de votos, con enormes posibilidades de crecer si lo hacemos bien. Y son un excelente banco de pruebas para preparar el futuro y ver si hemos enmendado la trayectoria.

lunes, 16 de junio de 2008

OTRO SISTEMA ES POSIBLE (III)


Al principio de esta serie apunté algunas de las dificultades que un sistema de representación real, como el que pretendo, podría introducir, pero antes de entrar en su análisis prefiero hacer hincapié en las innumerables ventajas que un sistema así ofrece. Es un tópico que nos empeñamos en seguir con la costumbre de lo ya conocido y que se suele decir que más vale malo conocido que bueno por conocer, pero no hay que olvidar que en su tiempo también costó introducir la electricidad en las viviendas. Las dificultades eran enormes, y la gente ya iba tirando sin ella desde siempre. También costó introducir las tarjetas de crédito, y cuesta introducir la banca por internet, y otros servicios avanzados, pero la gente va comprendiendo sus ventajas y se adapta progresivamente. Y una vez adaptada ya nunca ha querido retroceder. Así que alguna vez hay que abrir paso a lo nuevo y diferente aunque eso exija un esfuerzo de comprensión y adaptación. De no haberlo hecho así nuestros antepasados, ¡todavía seguiríamos en la edad de piedra!

Hagamos el experimento mental de situarnos en una sociedad que dispone de una herramienta como la que describí en el artículo anterior. Cuando tengamos esa, llamémosle “línea telefónica” de comunicación bidireccional con nuestros representantes, la forma de hacer política cambiará radicalmente por pura necesidad funcional. Y las ventajas serán muchas. Aunque confieso que me resulta difícil tener que demostrar lo que parece evidente: que a unos profesionales que se autodenominan representantes les tiene que interesar una herramienta que les permita conocer la opinión de sus representados. Enumeremos algunas:

- En primer lugar, y no es poco, ya no tendrán sentido las campañas de propaganda política en su actual formato. Como los ciudadanos podrán establecer las prioridades sobre la marcha y en cualquier momento, carecerán de objeto las actuales promesas de campaña electoral, tan populistas y demagógicas muchas de ellas, y tan rápidamente olvidadas en un cajón nada más pasadas las elecciones. Las campañas tendrán que versar, necesariamente, sobre la eficacia de la anterior gestión demostrada en cada ámbito de la Administración, exactamente igual a como la gente lo hace con los profesionales que contrata en función de su satisfacción por el servicio obtenido. Entrará en función la discusión de competencias profesionales en lugar de las campañas de “subastas” actuales de “a ver quien da más”. Sólo esto ya dignificará enormemente la función política y favorecerá el respeto por los ciudadanos y el afán de servirlos. La competencia demostrada, como sistema de elección futura. ¡No puede haber mejor criterio!

- Los actuales privilegios de acceso a los medios de comunicación y financiación, que tanta ventaja dan a los partidos establecidos y que maltratan a los pequeños con una situación de injusta y desproporcionada desigualdad de oportunidades perderá mucho de su sentido al desaparecer las campañas antedichas, basadas en el poder económico y mediático en lugar de en la eficacia. Las pequeñas parcelas de poder que mediante esta herramienta, un nuevo partido vaya alcanzando, le darán ocasión de foguearse, demostrar su eficacia, asumir experiencia e ir ganando prestigio, siguiendo el camino que han seguido todos los profesionales de cualquier ejercicio. Nadie nace enseñado.

- La planificación a largo plazo cobrará de nuevo sentido, en contraste con la visión miope de intereses a ritmo de elecciones que marcan actualmente las prioridades de los políticos, porque estas prioridades ahora las establecerán los ciudadanos según sus intereses de conjunto. Podrán plantearse políticas ambientales y económicas de largo recorrido. Especialmente las primeras empiezan a ser críticas, y seguimos sin hacer nada.

- Un gobierno democrático debe pensar en todos los ciudadanos, no sólo en los que apoyan su ideario. Actualmente es fácil que una minoría relativa, con medios suficientes, y bien organizada alcance el poder e imponga hábilmente al conjunto sus visiones sociales parciales, practicando la ingeniería social. Los gobiernos nacionalistas nos han proporcionado frecuentes ejemplos de ello. Y no excluyo a ninguno. Tal manipulación no sería posible con una herramienta que permita la intervención ciudadana inmediata. ¿Hubiéramos ido a Irak? ¿Tendríamos enseñanza bilingüe? Por eso la mejor defensa de los intereses del conjunto la hará siempre el mismo conjunto. Es muy difícil dejar de atender la voz de la razón cuando no se puede impedir que ésta se pronuncie.

- Tampoco hay que menospreciar el nuevo terreno de desarrollo creativo que se ofrece a toda la sociedad en su conjunto. Todo el mundo tendrá derecho a hacer propuestas. Ése es el mejor camino para que aparezcan algunas muy buenas. Pasará como con la música o la literatura. Todo el mundo puede escribirlas. Sólo lo realmente bueno trascenderá.

- La sociedad moderna se estructura en forma de red. El concepto actual de poder político se vertebra de forma piramidal. Esto lo vuelve ineficaz. Las necesidades sociales se presentan en ámbitos y esferas, muchas veces sin relación entre sí. Si los afectados pueden hablar, los servicios políticos se irán adaptando a esa estructura descentralizada y en red. Los órganos políticos aparecerán de modo espontáneo en función de las necesidades, y desaparecerán con ellas para adaptarse a otras nuevas o a sus nuevos aspectos. La evolución permanente llegará a la política en función de la realidad, que será la que configure la política, en lugar de al revés, como sucede actualmente con frecuencia.

- La política de representación que propiciará una herramienta como la que propongo necesitará de muchos más profesionales que los actuales. Los problemas sociales son inmensos, y si los políticos los afrontan eficazmente, serán reconocidos y recompensados en concordancia. No hay que temer que las profesiones que prestan servicios necesarios desaparezcan.

- Las posibilidades de corrupción, nepotismo, malversación de fondos públicos, etc. quedarán muy mermadas. Más que una competencia por partidos, que tendrán que aprender a funcionar de otra manera, tendremos una competencia de proyectos y maneras de afrontar los problemas. Exactamente igual que las empresas compiten por proyectos concretos. El mandato de cuatro años no impedirá que se escuchen todas las ofertas políticas para situaciones concretas. Cualquiera podrá ofertar. Buscar respuesta y prestigio. Será el prestigio uno de los principales valores del mercado político.

- También será importante el ejemplo que una democracia de este tipo ofrecerá a los países bajo dictaduras de cualquier tipo. El desprestigio moral de las democracias avanzadas, sus corrupciones, hipocresías y trapicheos son utilizadas por los países no democráticos para justificar sus sistemas. Una democracia más representativa será un ejemplo mucho menos criticable. Y todos sabemos que se predica con el ejemplo.

- Por supuesto no olvido que la transición hacia un modelo de este tipo ha de ser progresiva. Se ha de evolucionar, no revolucionar. Y ya he dicho que todo lo que se mueve necesita frenos. Aunque éstos nunca se han de utilizar para inmovilizar.

Y dejémonos ya de generalidades y estudiemos el interés más concreto de C’s. He dicho muchas veces que C’s debe vender un producto político diferente. Si actúa según los parámetros de los partidos establecidos no tendrá ni lugar ni sentido. Todo lo más será un partidito agónico, siempre amenazado de extinción. Es evidente que no hemos conectado con el sentir de la mayoría social. De ser así el flujo de afiliados habría sido una avalancha. El no-nacionalismo, una de las pocas cosas que nos ha unido a todos, se ha demostrado insuficiente, una herramienta así no lo contradice y necesitamos aumentar nuestra oferta política para aumentar la respuesta social. Hablamos, también, de regeneración de la democracia pero hemos hecho lo que todos en este terreno, es decir nada, y necesitamos ofrecer lo que nadie ofrece. Por eso C’s debería interesarse por un producto así, que en el fondo sólo pretende transferir el poder, que actualmente detentan los partidos del sistema, desde sus manos a las de los ciudadanos que podrían votarnos a cambio. Vendamos el poder que no es nuestro. Quitémoselo a los teopolíticos para dárselo a los ciudadanos –su único y legítimo dueño- igual que los burgueses de la Revolución Francesa se lo quitaron a la aristocracia para supuestamente dárselo a los ciudadanos. ¡Tengamos la audacia de intentarlo! C’s puede capitanear una reforma así. No triunfaremos de golpe, pero tendremos un discurso rompedor que los partidos del establishment no podrán soportar ni copiar. Poco a poco iremos despertando conciencias y siendo creíbles. Es lo que yo intento conseguir ahora en el Partido, porque si éste no adopta y ensaya un modelo así previamente, tampoco será creíble. Sea cual sea, debemos experimentar en nosotros mismos el producto que pretendemos vender.

¿Qué somos ahora? Un partido pequeño y dividido que desde el éxito inicial sólo ha ido perdiendo ilusiones, afiliados y elecciones. ¿Qué futuro esperamos…? ¿Aguantar cuatro asientos hasta que la realidad demuestre que sus patas están serradas?

C’s necesita una Ejecutiva valiente, con grandeza de miras y que quiera llegar. ¡Una Ejecutiva realmente ambiciosa! ¡Vamos a por los grandes partidos! Debe pensar siempre en términos del afiliado, y no de uno mismo, porque ya sabemos que ningún cargo puede durar más de ocho años. Hay que pensar como si no se estuviera en el poder, poniéndose en el lugar del afiliado. Es la mejor manera de descubrir sus deseos y necesidades. Pensar en términos de ciudadano, que es lo que todos siempre seremos. No es preciso cambiar personas, pero sí actitudes. Quizás todos tengamos que hacerlo.

Juan José Ibáñez

C’s de Sant Cugat

Endavant ciutadans!

P.D. En marzo tendremos elecciones en Galicia. Ese puede ser, en realidad debe de ser, el punto de inflexión de la trayectoria descendente de C’s desde el éxito en las autonómicas de Cataluña. Para entonces deberíamos tener una estrategia consensuada entre todas las tendencias que se pueda ensayar en esa autonomía que nos puede servir de banco de pruebas. Si C’s pierde allí, pero sobre todo si no se presenta, el mensaje al resto de España será demoledor: ¡C’s no existe! Mientras tanto, nosotros aquí, inmovilizados en discusiones bizantinas aunque el Partido reviente. No tenemos mucho tiempo para recomponernos el moño y presentar algo nuevo y rompedor. Convoquemos un concurso de proyectos, abierto a todos, para ver si tenemos algo así. Dejémonos de desconfianzas y utilicemos la energía para unir, y si después tenemos algo, convoquemos un Congreso CONSTRUCTIVO. Sólo él es necesario para reencontrarnos. A él deberían ir todos los afiliados que lo deseen. No somos tantos y podemos permitírnoslo.

Y todo esto, como apunta el calendario, debe ser antes de marzo. ¿Hay alguien con responsabilidad que tienda la mano, o seguimos perdiendo el tiempo?

sábado, 7 de junio de 2008

OTRO SISTEMA ES POSIBLE (II)


En el artículo anterior hablaba de la imposibilidad de que los cargos electos puedan representar realmente a sus electores con los planteamientos actuales. Imposibilidad que se significa como el principal defecto de las democracias modernas, y la fuente de muchas de sus limitaciones. Decía que cualquier avance en la dirección de mejorar la representatividad –la democracia en definitiva- era el camino correcto y significaba vender producto nuevo, lo que haría a C’s diferente y necesario. Hoy hablaré de cómo una herramienta informática podría aportar muchísimo en este sentido.

Entre las principales dificultades que se alegan como excusa para no avanzar en la mejora de la representación se arguye la imposibilidad de escuchar y poner de acuerdo, no ya a miles o millones de personas, sino tan sólo a unas decenas. No hay más que ver una asamblea, donde hay que limitar drásticamente el uso de la palabra y donde el análisis racional a veces brilla por su ausencia, para aceptar ese argumento. Las asambleas son ineficaces, aunque hay asuntos que sólo puede legitimar una asamblea mientras no haya algo mejor.

Lo mismo se puede decir de los foros de internet, que mejoran mucho la posibilidad de expresarse de todo el mundo, pero que exigen ingentes inversiones de tiempo de lectura cuando se sobrepasan las cien personas en él. Pero de la ineficacia de esas dos herramientas no se puede concluir que la representación eficaz, y en tiempo de real, de millones de personas sea una utopía, sino sencillamente que las asambleas y los foros no son herramientas adecuadas. Argumentar eso para no hacer nada es ignorancia o reacción. Si somos sinceros cuando decimos que los políticos son los representantes de los ciudadanos, debemos hacer lo imposible por hacer realidad esa representación. Lo demás son excusas para seguir con la misma manera de hacer política de siempre. Manera, por cierto, que ha llevado a los políticos a un absoluto desprestigio.

Nos quedan todavía los referendos. -Podríamos estar haciendo un referendo cada día y no haríamos otra cosa, -dicen los enemigos de consultar a los ciudadanos a los que dicen representar- pero hasta eso me parece poco. ¡Pretendo mucho más! El problema es ficticio, y nace de la dificultad y parafernalia con que los políticos rodean la ejecución de un referendo. En primer lugar, por extenderlo a toda la ciudadanía, en lugar de a los interesados, y en segundo, porque los rodean de costosas campañas, que nadie pide, y que utilizan para manipular a la ciudadanía. Y además, los referendos tienen un problema fundamental: los convocan los políticos cuando quieren y con preguntas torticeras, confusas o ambiguas, que te obligan a escoger entre lo que ellos quieren o lo que no deseas. Por lo tanto, ni asambleas, ni foros, ni referendos son la solución. Cada cosa para lo que sirve, y los ciudadanos necesitamos algo mucho más directo, que funcione a nuestra voluntad como un teléfono, y que la dirija con la misma celeridad a donde pueda ser atendida. ¡Como en cualquier servicio de la vida real! Sólo que nuestra voluntad no es una, sino millones, y necesitamos, por tanto, un motor informático que procese millones de voluntades por segundo convirtiéndolas en una, que para empezar, se han de expresar prácticamente en lenguaje binario: -Propuestaàmatices: Si/No. Sería cualquier ciudadano, incluidos los políticos por supuesto, el que podría hacer propuestas cuando quisiera y sobre lo que quisieran. Podría introducir cualquier matiz a cualquier propuesta, para evitar las manipulaciones y canalizaciones de voluntades, del tipo de esto o nada. Y podría hacerlo a nivel de barrio, asociación, municipio, etc. hasta el nivel de Estado, según el ámbito de interés de la propuesta. El motor informático se encargaría sólo de sintetizar propuestas repetidas y matices repetidos. Permitiría cambiar de opinión en tiempo real y matizar las propuestas. Todo cambio sería inmediatamente anunciado a los participantes que habiliten la posibilidad, por si quisieran modificar su voto, y la participación sería absolutamente voluntaria. ¡Sólo el que quiere decir algo lo dice! Hay muchas más posibilidades, pero no quiero distraer la atención de lo principal, que es la herramienta.

¿Y qué se haría con los resultados? Pues depende, porque cualquiera que quisiera argumentar podría hacerlo, sólo que las opiniones estarían disponibles cuando alguien las buscase por propia voluntad. Nunca invadiendo como una propaganda. La opinión de técnicos, políticos y gente de prestigio sería especialmente valiosa y consultada, y se crearía así un campo de desarrollo de prestigio personal y profesional, abierto a todo el mundo, que se mediría directamente por su servicio social a la ciudadanía, poniendo coto a la endogamia profesional y el enchufismo. ¡Y los políticos, por fin, trabajarían en lo que desease la ciudadanía!

Una propuesta apoyada por un porcentaje determinado de la población afectada por ella, sería ya de obligada aplicación (el porcentaje sería otra propuesta que se optimizaría con el tiempo), pero la gente de saber (real o supuesto) siempre podría mediatizarla con su opinión profesional, si lograse hacerse escuchar. Pero una propuesta sin apenas apoyo, pero quizás buena, también podría ser conocida por alguien sensible a ella, y que fuera capaz de promocionarla desde su propia plataforma profesional, porque a veces lo razonable no es lo mayoritario.

Y a pesar de todo quedarían muchas cosas sobre las que nadie dirá nada. ¡Eso es lo normal! Para eso la gente paga a los políticos o a sus arquitectos. Para que hagan todo aquello que a ellos no les interesa, salvo por los resultados. Ahí, los políticos estarían totalmente legitimados para actuar según su albedrío y capacidad profesional, aunque con total responsabilidad, por supuesto.

Creo que ya vale por ahora. Esto sólo es un boceto a grandes rasgos que probablemente motivará más preguntas que respuestas. Lo que se ha de pensar es si una herramienta así interesaría a los ciudadanos o no. Si le interesa a usted o no. Sin embargo, me gustaría remarcar otro aspecto: igual que hoy existen muchos más médicos que curanderos había no hace mucho tiempo -porque prestan un servicio real y eficaz a la sociedad-, cuando los políticos representen realmente a los ciudadanos, habrá muchos más de ellos que de los teopolíticos actuales, porque prestarán un servicio real y eficaz a la sociedad. Y serán reconocidos, respetados y mejor pagados. ¿Cómo si no, atraeríamos a los mejores para la función de mayor responsabilidad?

Para terminar, quiero añadir un ejemplo que ya publiqué en el entorno de Sant Cugat cuando promocioné esta idea bajo el nombre de “Ley de Escucha al ciudadano”. Tomé un ejemplo de actualidad hace un año, cuando lo escribí. Confío en que aclare más cosas sobre lo que pretendo con el motor informático:

Un cuento futurista pero no mucho. (11/12/2007)

Luís llega a su casa preocupado por las nuevas medidas de seguridad en el tráfico de la DGT apoyadas por sanciones penales entre otras. Las estadísticas de accidentes no han mejorado sensiblemente a pesar de ello y no está convencido de que realmente sean efectivas. Lo único en claro que ha sacado es que ahora tarda 15 minutos más en volver de su trabajo y que está más pendiente del maldito velocímetro, que se le pasa de 50 u 80, sin apenas darse cuenta, que del tráfico en sí. Antes conducía guiado por su sentido común, como casi todo el mundo, y ni lo miraba. Como el asunto le preocupa se conecta a internet. Introduce su tarjeta de firma digital, apoya su pulgar sobre un lector y teclea un código secreto de alta seguridad. Sus datos personales están en el sistema como los de cualquier otro ciudadano anónimo. (Al nivel legislado y totalmente inaccesibles para nadie salvo por orden judicial y en determinadas condiciones de representación del interesado.) Consulta en primer lugar la opinión de la ciudadanía sobre la medida, y comprueba, en tiempo real, que un 57% de la población del país se ha manifestado. El tema interesa, y de ellos un X% está a favor, un Y% en contra y al resto está indeciso. A continuación lo comprueba por Autonomías y en localidades de su interés, y en cada caso por edades, sexos, nivel económico, nivel de estudios, profesionales del volante, conductores habituales, esporádicos y gente sin carné. Afectados y no afectados por las medidas. La información le llega rápidamente, aséptica y sin manipular. El sistema es automático. La intimidad individual está garantizada por ley, y depositada en un motor informático sin acceso humano, pero la opinión de colectivos puede extraerla globalizada según cualquier criterio, incluidos los religiosos, tendencias sexuales, raciales o cualquier otro legalmente contemplado. En poco tiempo cuenta con un amplio espectro social del apoyo y rechazo que recibe la medida, y de las condiciones sociales de las personas que asumen esas posturas. Conoce así quién le está obligando en realidad y a quiénes está cediendo su cuota de libertad sacrificada. Como quiere emitir su opinión, decide informarse. Solicita los nombres de los responsables de tal iniciativa y estudia sus argumentos si es que han sido expuestos. Accede a diversos estudios técnicos en los que supuestamente se apoyan, y como no entiende nada, (aunque constata que existen), solicita si se han documentado opiniones técnicas fundamentadas en contra. Inmediatamente recibe unas cuantas que tampoco entiende, pero que concluyen lo contrario o siembran dudas razonables. Se da por satisfecho porque sólo pretendía verificar si la medida no admitía duda desde el punto de vista técnico. Eso le habría ayudado mucho a soportarla.

Como no lo tiene claro solicita las opiniones políticas y los objetivos sociales que la medida pretende. Encuentra algunas y su opinión se va conformando. Su representante político, que ha sido tan amable de argumentar en abierto, parece que persigue loables objetivos, aunque eso sólo nunca es suficiente. Como tiene admiración por un personaje público, de reconocido prestigio en la materia, pregunta al sistema si este señor ha emitido una opinión en abierto (cualquiera lo puede hacer simplemente autorizándolo). Felizmente el sistema le responde suministrándole un texto con su argumentación, con lo que ya considera suficientemente madurada su opinión, y además, como él está sobre el terreno soportando la medida y considera que los técnicos y políticos no han percibido ciertos detalles de los de a pie, que hacen que las cosas no le estén saliendo (en su caso particular) como le pronosticaron los entendidos, solicita la tabla de criterios de votación y comienza a rellenar celdillas de las diferentes preguntas, que no son muchas. Observa, sin embargo que hay un matiz imposible de expresar con ese cuestionario y solicita añadirlo como pregunta. El sistema comprueba la variable y concluye que no está reflejada y la pregunta se incorpora. Inmediatamente todos los que han participado y autorizado este tipo de mensajes, reciben en su casa la nueva cuestión por si quieren completar su opinión con el nuevo aspecto. Lo harán según su deseo. Luís está ya casi satisfecho, pero como se considera un caso particularmente perjudicado, decide exponer su caso en abierto. Más tarde Luisa, una señora que vive a muchos kilómetros, a quien en nada le afectaba la restricción, y que había emitido su opinión basándose en criterios tan generalistas como bien intencionados, decide, por curiosidad, solicitar la opinión de los ciudadanos que se consideran perjudicados y encuentra el mensaje abierto de Luís. Éste tiene así, la oportunidad de ampliar su punto de vista y quizás de cambiar su opinión o matizarla. En este caso Luisa solicita al sistema que le permita rectificar algunos aspectos que antes no había valorado adecuadamente. Como la medida está en fase experimental, durante algunos meses, el debate permanece vivo, y pronto podrán aportarse los beneficios y perjuicios anunciados (o su ausencia) en el plato de la balanza correspondiente. Pasado el tiempo de prueba, la mayor parte de la ciudadanía estará moralmente de acuerdo con la medida o su retracción. Luís se da cuenta de que hoy no ha encendido la tele, y de que le encanta participar directamente en la definición de las medidas que directamente le afectan. Al final tuvo que aguantarse con la restricción, pero comprende los beneficios y las razones, y eso le ayuda a conllevarla. Desde luego se siente respetado y orgulloso de la sociedad que ha ayudado a conformar. Cerrado el debate, el sistema almacena las estadísticas y borra las opiniones personales no declaradas en abierto. Ningún dato de opinión privada puede ser accesible bajo ningún concepto, ni siquiera por decisión judicial. Tanto el voto como las opiniones son secretos.

Lo único que necesita C’s es un equipo de políticos ambiciosos dispuestos a ejercer el poder de otra manera que aumente la representatividad y el poder de los ciudadanos. En cuanto éstos lo entiendan nos darán su apoyo. Lo mismo que hicieron los burgueses de la revolución francesa: renunciar a una forma de ejercer el poder (venido de Dios) y sustituirlo por el de los ciudadanos. Así desbancaron a la nobleza de sus poltronas. No lo hubieran podido lograr de otra manera. Ahora sólo se trata de repetir la jugada utilizando la misma palanca: los ciudadanos. ¡Por algo nos llamamos así! ¿No?

Juan José Ibáñez

C’s de Sant Cugat

Endavant ciutadans!

P.D. En Estonia (E-stonia) llevan años trabajando en esta dirección. En el siguiente link se puede ver algo de lo que hoy ya existe en ese país. Si no hacemos nada, pronto oiremos hablar de Estonia con envidia.

http://www.cafebabel.com/spa/article/22134/e-stonia-la-internetmania.html