lunes, 16 de junio de 2008

OTRO SISTEMA ES POSIBLE (III)


Al principio de esta serie apunté algunas de las dificultades que un sistema de representación real, como el que pretendo, podría introducir, pero antes de entrar en su análisis prefiero hacer hincapié en las innumerables ventajas que un sistema así ofrece. Es un tópico que nos empeñamos en seguir con la costumbre de lo ya conocido y que se suele decir que más vale malo conocido que bueno por conocer, pero no hay que olvidar que en su tiempo también costó introducir la electricidad en las viviendas. Las dificultades eran enormes, y la gente ya iba tirando sin ella desde siempre. También costó introducir las tarjetas de crédito, y cuesta introducir la banca por internet, y otros servicios avanzados, pero la gente va comprendiendo sus ventajas y se adapta progresivamente. Y una vez adaptada ya nunca ha querido retroceder. Así que alguna vez hay que abrir paso a lo nuevo y diferente aunque eso exija un esfuerzo de comprensión y adaptación. De no haberlo hecho así nuestros antepasados, ¡todavía seguiríamos en la edad de piedra!

Hagamos el experimento mental de situarnos en una sociedad que dispone de una herramienta como la que describí en el artículo anterior. Cuando tengamos esa, llamémosle “línea telefónica” de comunicación bidireccional con nuestros representantes, la forma de hacer política cambiará radicalmente por pura necesidad funcional. Y las ventajas serán muchas. Aunque confieso que me resulta difícil tener que demostrar lo que parece evidente: que a unos profesionales que se autodenominan representantes les tiene que interesar una herramienta que les permita conocer la opinión de sus representados. Enumeremos algunas:

- En primer lugar, y no es poco, ya no tendrán sentido las campañas de propaganda política en su actual formato. Como los ciudadanos podrán establecer las prioridades sobre la marcha y en cualquier momento, carecerán de objeto las actuales promesas de campaña electoral, tan populistas y demagógicas muchas de ellas, y tan rápidamente olvidadas en un cajón nada más pasadas las elecciones. Las campañas tendrán que versar, necesariamente, sobre la eficacia de la anterior gestión demostrada en cada ámbito de la Administración, exactamente igual a como la gente lo hace con los profesionales que contrata en función de su satisfacción por el servicio obtenido. Entrará en función la discusión de competencias profesionales en lugar de las campañas de “subastas” actuales de “a ver quien da más”. Sólo esto ya dignificará enormemente la función política y favorecerá el respeto por los ciudadanos y el afán de servirlos. La competencia demostrada, como sistema de elección futura. ¡No puede haber mejor criterio!

- Los actuales privilegios de acceso a los medios de comunicación y financiación, que tanta ventaja dan a los partidos establecidos y que maltratan a los pequeños con una situación de injusta y desproporcionada desigualdad de oportunidades perderá mucho de su sentido al desaparecer las campañas antedichas, basadas en el poder económico y mediático en lugar de en la eficacia. Las pequeñas parcelas de poder que mediante esta herramienta, un nuevo partido vaya alcanzando, le darán ocasión de foguearse, demostrar su eficacia, asumir experiencia e ir ganando prestigio, siguiendo el camino que han seguido todos los profesionales de cualquier ejercicio. Nadie nace enseñado.

- La planificación a largo plazo cobrará de nuevo sentido, en contraste con la visión miope de intereses a ritmo de elecciones que marcan actualmente las prioridades de los políticos, porque estas prioridades ahora las establecerán los ciudadanos según sus intereses de conjunto. Podrán plantearse políticas ambientales y económicas de largo recorrido. Especialmente las primeras empiezan a ser críticas, y seguimos sin hacer nada.

- Un gobierno democrático debe pensar en todos los ciudadanos, no sólo en los que apoyan su ideario. Actualmente es fácil que una minoría relativa, con medios suficientes, y bien organizada alcance el poder e imponga hábilmente al conjunto sus visiones sociales parciales, practicando la ingeniería social. Los gobiernos nacionalistas nos han proporcionado frecuentes ejemplos de ello. Y no excluyo a ninguno. Tal manipulación no sería posible con una herramienta que permita la intervención ciudadana inmediata. ¿Hubiéramos ido a Irak? ¿Tendríamos enseñanza bilingüe? Por eso la mejor defensa de los intereses del conjunto la hará siempre el mismo conjunto. Es muy difícil dejar de atender la voz de la razón cuando no se puede impedir que ésta se pronuncie.

- Tampoco hay que menospreciar el nuevo terreno de desarrollo creativo que se ofrece a toda la sociedad en su conjunto. Todo el mundo tendrá derecho a hacer propuestas. Ése es el mejor camino para que aparezcan algunas muy buenas. Pasará como con la música o la literatura. Todo el mundo puede escribirlas. Sólo lo realmente bueno trascenderá.

- La sociedad moderna se estructura en forma de red. El concepto actual de poder político se vertebra de forma piramidal. Esto lo vuelve ineficaz. Las necesidades sociales se presentan en ámbitos y esferas, muchas veces sin relación entre sí. Si los afectados pueden hablar, los servicios políticos se irán adaptando a esa estructura descentralizada y en red. Los órganos políticos aparecerán de modo espontáneo en función de las necesidades, y desaparecerán con ellas para adaptarse a otras nuevas o a sus nuevos aspectos. La evolución permanente llegará a la política en función de la realidad, que será la que configure la política, en lugar de al revés, como sucede actualmente con frecuencia.

- La política de representación que propiciará una herramienta como la que propongo necesitará de muchos más profesionales que los actuales. Los problemas sociales son inmensos, y si los políticos los afrontan eficazmente, serán reconocidos y recompensados en concordancia. No hay que temer que las profesiones que prestan servicios necesarios desaparezcan.

- Las posibilidades de corrupción, nepotismo, malversación de fondos públicos, etc. quedarán muy mermadas. Más que una competencia por partidos, que tendrán que aprender a funcionar de otra manera, tendremos una competencia de proyectos y maneras de afrontar los problemas. Exactamente igual que las empresas compiten por proyectos concretos. El mandato de cuatro años no impedirá que se escuchen todas las ofertas políticas para situaciones concretas. Cualquiera podrá ofertar. Buscar respuesta y prestigio. Será el prestigio uno de los principales valores del mercado político.

- También será importante el ejemplo que una democracia de este tipo ofrecerá a los países bajo dictaduras de cualquier tipo. El desprestigio moral de las democracias avanzadas, sus corrupciones, hipocresías y trapicheos son utilizadas por los países no democráticos para justificar sus sistemas. Una democracia más representativa será un ejemplo mucho menos criticable. Y todos sabemos que se predica con el ejemplo.

- Por supuesto no olvido que la transición hacia un modelo de este tipo ha de ser progresiva. Se ha de evolucionar, no revolucionar. Y ya he dicho que todo lo que se mueve necesita frenos. Aunque éstos nunca se han de utilizar para inmovilizar.

Y dejémonos ya de generalidades y estudiemos el interés más concreto de C’s. He dicho muchas veces que C’s debe vender un producto político diferente. Si actúa según los parámetros de los partidos establecidos no tendrá ni lugar ni sentido. Todo lo más será un partidito agónico, siempre amenazado de extinción. Es evidente que no hemos conectado con el sentir de la mayoría social. De ser así el flujo de afiliados habría sido una avalancha. El no-nacionalismo, una de las pocas cosas que nos ha unido a todos, se ha demostrado insuficiente, una herramienta así no lo contradice y necesitamos aumentar nuestra oferta política para aumentar la respuesta social. Hablamos, también, de regeneración de la democracia pero hemos hecho lo que todos en este terreno, es decir nada, y necesitamos ofrecer lo que nadie ofrece. Por eso C’s debería interesarse por un producto así, que en el fondo sólo pretende transferir el poder, que actualmente detentan los partidos del sistema, desde sus manos a las de los ciudadanos que podrían votarnos a cambio. Vendamos el poder que no es nuestro. Quitémoselo a los teopolíticos para dárselo a los ciudadanos –su único y legítimo dueño- igual que los burgueses de la Revolución Francesa se lo quitaron a la aristocracia para supuestamente dárselo a los ciudadanos. ¡Tengamos la audacia de intentarlo! C’s puede capitanear una reforma así. No triunfaremos de golpe, pero tendremos un discurso rompedor que los partidos del establishment no podrán soportar ni copiar. Poco a poco iremos despertando conciencias y siendo creíbles. Es lo que yo intento conseguir ahora en el Partido, porque si éste no adopta y ensaya un modelo así previamente, tampoco será creíble. Sea cual sea, debemos experimentar en nosotros mismos el producto que pretendemos vender.

¿Qué somos ahora? Un partido pequeño y dividido que desde el éxito inicial sólo ha ido perdiendo ilusiones, afiliados y elecciones. ¿Qué futuro esperamos…? ¿Aguantar cuatro asientos hasta que la realidad demuestre que sus patas están serradas?

C’s necesita una Ejecutiva valiente, con grandeza de miras y que quiera llegar. ¡Una Ejecutiva realmente ambiciosa! ¡Vamos a por los grandes partidos! Debe pensar siempre en términos del afiliado, y no de uno mismo, porque ya sabemos que ningún cargo puede durar más de ocho años. Hay que pensar como si no se estuviera en el poder, poniéndose en el lugar del afiliado. Es la mejor manera de descubrir sus deseos y necesidades. Pensar en términos de ciudadano, que es lo que todos siempre seremos. No es preciso cambiar personas, pero sí actitudes. Quizás todos tengamos que hacerlo.

Juan José Ibáñez

C’s de Sant Cugat

Endavant ciutadans!

P.D. En marzo tendremos elecciones en Galicia. Ese puede ser, en realidad debe de ser, el punto de inflexión de la trayectoria descendente de C’s desde el éxito en las autonómicas de Cataluña. Para entonces deberíamos tener una estrategia consensuada entre todas las tendencias que se pueda ensayar en esa autonomía que nos puede servir de banco de pruebas. Si C’s pierde allí, pero sobre todo si no se presenta, el mensaje al resto de España será demoledor: ¡C’s no existe! Mientras tanto, nosotros aquí, inmovilizados en discusiones bizantinas aunque el Partido reviente. No tenemos mucho tiempo para recomponernos el moño y presentar algo nuevo y rompedor. Convoquemos un concurso de proyectos, abierto a todos, para ver si tenemos algo así. Dejémonos de desconfianzas y utilicemos la energía para unir, y si después tenemos algo, convoquemos un Congreso CONSTRUCTIVO. Sólo él es necesario para reencontrarnos. A él deberían ir todos los afiliados que lo deseen. No somos tantos y podemos permitírnoslo.

Y todo esto, como apunta el calendario, debe ser antes de marzo. ¿Hay alguien con responsabilidad que tienda la mano, o seguimos perdiendo el tiempo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si todos nos aplicásemos en trabajar en la línea positiva mucho de lo que acontece hoy en día en C's no estaría ocurriendo.
Desgraciadamente, la Ejecutiva que nos dimos en el II Congreso, como mal menor, está provocando el desastre con su egosismo utilizando todos sus tentáculos para medrar, separar, estigmatizar a todo aquel afiliado que no les hace el caldo gordo.
El perfil del afiliad@ que está siendo objeto de ninguneo y de rechazo es el del que mira por C's, trabaja por el Proyecto que le llevó a militar en C's.
Eso sí, la Ejecutiva que nos dimos como mal menor se llena la boca de palabra de unidad, de remar al unísono cuando ella misma está tirando por la borda a los que no tragamos con ruedas de molino y no nos vendemos por un plato de lentejas.

¡Triste, estoy triste!

alfredo dijo...

Sin olvidar que tenemos las elecciones europeas a la vista, y aunque se tengan poco en cuenta, son importantes, muy importantes para Ciudadanos.