sábado, 7 de junio de 2008

OTRO SISTEMA ES POSIBLE (II)


En el artículo anterior hablaba de la imposibilidad de que los cargos electos puedan representar realmente a sus electores con los planteamientos actuales. Imposibilidad que se significa como el principal defecto de las democracias modernas, y la fuente de muchas de sus limitaciones. Decía que cualquier avance en la dirección de mejorar la representatividad –la democracia en definitiva- era el camino correcto y significaba vender producto nuevo, lo que haría a C’s diferente y necesario. Hoy hablaré de cómo una herramienta informática podría aportar muchísimo en este sentido.

Entre las principales dificultades que se alegan como excusa para no avanzar en la mejora de la representación se arguye la imposibilidad de escuchar y poner de acuerdo, no ya a miles o millones de personas, sino tan sólo a unas decenas. No hay más que ver una asamblea, donde hay que limitar drásticamente el uso de la palabra y donde el análisis racional a veces brilla por su ausencia, para aceptar ese argumento. Las asambleas son ineficaces, aunque hay asuntos que sólo puede legitimar una asamblea mientras no haya algo mejor.

Lo mismo se puede decir de los foros de internet, que mejoran mucho la posibilidad de expresarse de todo el mundo, pero que exigen ingentes inversiones de tiempo de lectura cuando se sobrepasan las cien personas en él. Pero de la ineficacia de esas dos herramientas no se puede concluir que la representación eficaz, y en tiempo de real, de millones de personas sea una utopía, sino sencillamente que las asambleas y los foros no son herramientas adecuadas. Argumentar eso para no hacer nada es ignorancia o reacción. Si somos sinceros cuando decimos que los políticos son los representantes de los ciudadanos, debemos hacer lo imposible por hacer realidad esa representación. Lo demás son excusas para seguir con la misma manera de hacer política de siempre. Manera, por cierto, que ha llevado a los políticos a un absoluto desprestigio.

Nos quedan todavía los referendos. -Podríamos estar haciendo un referendo cada día y no haríamos otra cosa, -dicen los enemigos de consultar a los ciudadanos a los que dicen representar- pero hasta eso me parece poco. ¡Pretendo mucho más! El problema es ficticio, y nace de la dificultad y parafernalia con que los políticos rodean la ejecución de un referendo. En primer lugar, por extenderlo a toda la ciudadanía, en lugar de a los interesados, y en segundo, porque los rodean de costosas campañas, que nadie pide, y que utilizan para manipular a la ciudadanía. Y además, los referendos tienen un problema fundamental: los convocan los políticos cuando quieren y con preguntas torticeras, confusas o ambiguas, que te obligan a escoger entre lo que ellos quieren o lo que no deseas. Por lo tanto, ni asambleas, ni foros, ni referendos son la solución. Cada cosa para lo que sirve, y los ciudadanos necesitamos algo mucho más directo, que funcione a nuestra voluntad como un teléfono, y que la dirija con la misma celeridad a donde pueda ser atendida. ¡Como en cualquier servicio de la vida real! Sólo que nuestra voluntad no es una, sino millones, y necesitamos, por tanto, un motor informático que procese millones de voluntades por segundo convirtiéndolas en una, que para empezar, se han de expresar prácticamente en lenguaje binario: -Propuestaàmatices: Si/No. Sería cualquier ciudadano, incluidos los políticos por supuesto, el que podría hacer propuestas cuando quisiera y sobre lo que quisieran. Podría introducir cualquier matiz a cualquier propuesta, para evitar las manipulaciones y canalizaciones de voluntades, del tipo de esto o nada. Y podría hacerlo a nivel de barrio, asociación, municipio, etc. hasta el nivel de Estado, según el ámbito de interés de la propuesta. El motor informático se encargaría sólo de sintetizar propuestas repetidas y matices repetidos. Permitiría cambiar de opinión en tiempo real y matizar las propuestas. Todo cambio sería inmediatamente anunciado a los participantes que habiliten la posibilidad, por si quisieran modificar su voto, y la participación sería absolutamente voluntaria. ¡Sólo el que quiere decir algo lo dice! Hay muchas más posibilidades, pero no quiero distraer la atención de lo principal, que es la herramienta.

¿Y qué se haría con los resultados? Pues depende, porque cualquiera que quisiera argumentar podría hacerlo, sólo que las opiniones estarían disponibles cuando alguien las buscase por propia voluntad. Nunca invadiendo como una propaganda. La opinión de técnicos, políticos y gente de prestigio sería especialmente valiosa y consultada, y se crearía así un campo de desarrollo de prestigio personal y profesional, abierto a todo el mundo, que se mediría directamente por su servicio social a la ciudadanía, poniendo coto a la endogamia profesional y el enchufismo. ¡Y los políticos, por fin, trabajarían en lo que desease la ciudadanía!

Una propuesta apoyada por un porcentaje determinado de la población afectada por ella, sería ya de obligada aplicación (el porcentaje sería otra propuesta que se optimizaría con el tiempo), pero la gente de saber (real o supuesto) siempre podría mediatizarla con su opinión profesional, si lograse hacerse escuchar. Pero una propuesta sin apenas apoyo, pero quizás buena, también podría ser conocida por alguien sensible a ella, y que fuera capaz de promocionarla desde su propia plataforma profesional, porque a veces lo razonable no es lo mayoritario.

Y a pesar de todo quedarían muchas cosas sobre las que nadie dirá nada. ¡Eso es lo normal! Para eso la gente paga a los políticos o a sus arquitectos. Para que hagan todo aquello que a ellos no les interesa, salvo por los resultados. Ahí, los políticos estarían totalmente legitimados para actuar según su albedrío y capacidad profesional, aunque con total responsabilidad, por supuesto.

Creo que ya vale por ahora. Esto sólo es un boceto a grandes rasgos que probablemente motivará más preguntas que respuestas. Lo que se ha de pensar es si una herramienta así interesaría a los ciudadanos o no. Si le interesa a usted o no. Sin embargo, me gustaría remarcar otro aspecto: igual que hoy existen muchos más médicos que curanderos había no hace mucho tiempo -porque prestan un servicio real y eficaz a la sociedad-, cuando los políticos representen realmente a los ciudadanos, habrá muchos más de ellos que de los teopolíticos actuales, porque prestarán un servicio real y eficaz a la sociedad. Y serán reconocidos, respetados y mejor pagados. ¿Cómo si no, atraeríamos a los mejores para la función de mayor responsabilidad?

Para terminar, quiero añadir un ejemplo que ya publiqué en el entorno de Sant Cugat cuando promocioné esta idea bajo el nombre de “Ley de Escucha al ciudadano”. Tomé un ejemplo de actualidad hace un año, cuando lo escribí. Confío en que aclare más cosas sobre lo que pretendo con el motor informático:

Un cuento futurista pero no mucho. (11/12/2007)

Luís llega a su casa preocupado por las nuevas medidas de seguridad en el tráfico de la DGT apoyadas por sanciones penales entre otras. Las estadísticas de accidentes no han mejorado sensiblemente a pesar de ello y no está convencido de que realmente sean efectivas. Lo único en claro que ha sacado es que ahora tarda 15 minutos más en volver de su trabajo y que está más pendiente del maldito velocímetro, que se le pasa de 50 u 80, sin apenas darse cuenta, que del tráfico en sí. Antes conducía guiado por su sentido común, como casi todo el mundo, y ni lo miraba. Como el asunto le preocupa se conecta a internet. Introduce su tarjeta de firma digital, apoya su pulgar sobre un lector y teclea un código secreto de alta seguridad. Sus datos personales están en el sistema como los de cualquier otro ciudadano anónimo. (Al nivel legislado y totalmente inaccesibles para nadie salvo por orden judicial y en determinadas condiciones de representación del interesado.) Consulta en primer lugar la opinión de la ciudadanía sobre la medida, y comprueba, en tiempo real, que un 57% de la población del país se ha manifestado. El tema interesa, y de ellos un X% está a favor, un Y% en contra y al resto está indeciso. A continuación lo comprueba por Autonomías y en localidades de su interés, y en cada caso por edades, sexos, nivel económico, nivel de estudios, profesionales del volante, conductores habituales, esporádicos y gente sin carné. Afectados y no afectados por las medidas. La información le llega rápidamente, aséptica y sin manipular. El sistema es automático. La intimidad individual está garantizada por ley, y depositada en un motor informático sin acceso humano, pero la opinión de colectivos puede extraerla globalizada según cualquier criterio, incluidos los religiosos, tendencias sexuales, raciales o cualquier otro legalmente contemplado. En poco tiempo cuenta con un amplio espectro social del apoyo y rechazo que recibe la medida, y de las condiciones sociales de las personas que asumen esas posturas. Conoce así quién le está obligando en realidad y a quiénes está cediendo su cuota de libertad sacrificada. Como quiere emitir su opinión, decide informarse. Solicita los nombres de los responsables de tal iniciativa y estudia sus argumentos si es que han sido expuestos. Accede a diversos estudios técnicos en los que supuestamente se apoyan, y como no entiende nada, (aunque constata que existen), solicita si se han documentado opiniones técnicas fundamentadas en contra. Inmediatamente recibe unas cuantas que tampoco entiende, pero que concluyen lo contrario o siembran dudas razonables. Se da por satisfecho porque sólo pretendía verificar si la medida no admitía duda desde el punto de vista técnico. Eso le habría ayudado mucho a soportarla.

Como no lo tiene claro solicita las opiniones políticas y los objetivos sociales que la medida pretende. Encuentra algunas y su opinión se va conformando. Su representante político, que ha sido tan amable de argumentar en abierto, parece que persigue loables objetivos, aunque eso sólo nunca es suficiente. Como tiene admiración por un personaje público, de reconocido prestigio en la materia, pregunta al sistema si este señor ha emitido una opinión en abierto (cualquiera lo puede hacer simplemente autorizándolo). Felizmente el sistema le responde suministrándole un texto con su argumentación, con lo que ya considera suficientemente madurada su opinión, y además, como él está sobre el terreno soportando la medida y considera que los técnicos y políticos no han percibido ciertos detalles de los de a pie, que hacen que las cosas no le estén saliendo (en su caso particular) como le pronosticaron los entendidos, solicita la tabla de criterios de votación y comienza a rellenar celdillas de las diferentes preguntas, que no son muchas. Observa, sin embargo que hay un matiz imposible de expresar con ese cuestionario y solicita añadirlo como pregunta. El sistema comprueba la variable y concluye que no está reflejada y la pregunta se incorpora. Inmediatamente todos los que han participado y autorizado este tipo de mensajes, reciben en su casa la nueva cuestión por si quieren completar su opinión con el nuevo aspecto. Lo harán según su deseo. Luís está ya casi satisfecho, pero como se considera un caso particularmente perjudicado, decide exponer su caso en abierto. Más tarde Luisa, una señora que vive a muchos kilómetros, a quien en nada le afectaba la restricción, y que había emitido su opinión basándose en criterios tan generalistas como bien intencionados, decide, por curiosidad, solicitar la opinión de los ciudadanos que se consideran perjudicados y encuentra el mensaje abierto de Luís. Éste tiene así, la oportunidad de ampliar su punto de vista y quizás de cambiar su opinión o matizarla. En este caso Luisa solicita al sistema que le permita rectificar algunos aspectos que antes no había valorado adecuadamente. Como la medida está en fase experimental, durante algunos meses, el debate permanece vivo, y pronto podrán aportarse los beneficios y perjuicios anunciados (o su ausencia) en el plato de la balanza correspondiente. Pasado el tiempo de prueba, la mayor parte de la ciudadanía estará moralmente de acuerdo con la medida o su retracción. Luís se da cuenta de que hoy no ha encendido la tele, y de que le encanta participar directamente en la definición de las medidas que directamente le afectan. Al final tuvo que aguantarse con la restricción, pero comprende los beneficios y las razones, y eso le ayuda a conllevarla. Desde luego se siente respetado y orgulloso de la sociedad que ha ayudado a conformar. Cerrado el debate, el sistema almacena las estadísticas y borra las opiniones personales no declaradas en abierto. Ningún dato de opinión privada puede ser accesible bajo ningún concepto, ni siquiera por decisión judicial. Tanto el voto como las opiniones son secretos.

Lo único que necesita C’s es un equipo de políticos ambiciosos dispuestos a ejercer el poder de otra manera que aumente la representatividad y el poder de los ciudadanos. En cuanto éstos lo entiendan nos darán su apoyo. Lo mismo que hicieron los burgueses de la revolución francesa: renunciar a una forma de ejercer el poder (venido de Dios) y sustituirlo por el de los ciudadanos. Así desbancaron a la nobleza de sus poltronas. No lo hubieran podido lograr de otra manera. Ahora sólo se trata de repetir la jugada utilizando la misma palanca: los ciudadanos. ¡Por algo nos llamamos así! ¿No?

Juan José Ibáñez

C’s de Sant Cugat

Endavant ciutadans!

P.D. En Estonia (E-stonia) llevan años trabajando en esta dirección. En el siguiente link se puede ver algo de lo que hoy ya existe en ese país. Si no hacemos nada, pronto oiremos hablar de Estonia con envidia.

http://www.cafebabel.com/spa/article/22134/e-stonia-la-internetmania.html

2 comentarios:

alfredo dijo...

Como siempre, un gran escrito. Coincido plenamente con tu visión. Ciudadanos debe ser el impulsor de la revolución democrática, de la profundización de la democracia. El problema es que creo que predomina la idea de ser un partido centrista, tipo UCD, el clásico partido bisagra. Pero esa mentalidad, creo que es equivocada, y puede llevar a Ciudadanos al fracaso. Para ir de CDS, de partido centrista, para eso están los partidos de políticos profesionales y tradicionales, tipo Rosa Diez y su plataforma.
Nuestro camino, si queremos sobrevivir, y crecer, es el que planteas en tus ecritos. El problema es como conseguir que Ciudadanos siga esa senda, en vez de la del partido clásico.

Un saludo. Espero que alguna vez vayas a la sede de Madrid, y podamos escucharte y conocerte.

Juan José Ibáñez dijo...

Gracias Alfredo por tu apoyo, y además agradezco cualquier ayuda a la hora de difundir las ideas que expongo en IL. Si finalmente –y como espero- se convoca un CEx de proyectos –o se adelanta el ordinario- y se abre un plazo razonable para que todo afiliado pueda presentar sus propuestas, yo lo haré con las mías, que la experiencia me enseña que son difíciles de entender en una primera impresión. Entonces aceptaré encantado exponerlas donde se me invite. En todo caso, es probable que en Agosto pase por Madrid y podamos vernos los que estéis interesados en intercambiar puntos de vista.
Un abrazo
Juan José Ibáñez