En C’s de Sant Cugat sabíamos que era difícil. Sabíamos que sólo contábamos con la financiación y el tiempo personal que los afiliados estuvieran dispuestos a aportar desinteresadamente para hacer llegar al resto de la Sociedad nuestro mensaje. Sabíamos del silencio de los medios, alineados con la parte del Sistema que los riega con el dinero común, silencio que rápidamente se convierte en ruido si la ocasión se presta a la noticia negativa, medio verdad medio mentira, siempre interesada. Sabíamos del famoso “voto útil”, de la bipolarización, de la hostilidad garantizada de los partidos establecidos, reacios a cualquier competencia, y de la sistemática agresión sobre nuestro limitado despliegue publicitario. También sabíamos del descrédito en que ha caído la función política, que salpica a cualquier nueva formación desde su nacimiento: -¡Otros que quieren chupar del bote! ¿Cómo si no tuviéramos bastante con lo que hay!
Sabíamos de todo eso y a pesar de ello aceptamos el reto, nos presentamos y hemos perdido. No podemos alegarlo como disculpa. No tenemos otra excusa que la realidad: no hemos podido, ni sabido, (en otro momento el análisis), romper el muro y encontrar el eco necesario en la Sociedad para conseguir avanzar a un nuevo plano de influencia que nos permitiera realizar el proyecto que nos motiva, que es diferente y que consideramos necesario. Para comprender su necesidad, por ejemplo, no tendríamos más que ver cómo está Cataluña después de 30 años de nacionalismo, que no ha conseguido más que dividir a los ciudadanos en propios e impropios; donde 30 años de “defensa” de la lengua sólo ha conseguido su avance ficticio en el sector público, siempre a riesgo de desaparecer en cuanto cese la presión y la subvención, cuando ya podríamos tener tres generaciones de niños con dos lenguas emocionales. (Porque los niños aceptan en su corazón, como si siempre todo hubiese sido así, todo los que sus padres les presentan con amor.) 30 años de rencillas, imposiciones y vanidades -porque en el fondo todos los nacionalismos (sin exclusión) son un problema de vanidad- que nos han desviado del verdadero objetivo de toda sociedad avanzada: el bienestar y la libertad de sus ciudadanos. ¡Los ciudadanos!, esas personas que lo sostienen todo, y a las que deberíamos dejar hablar, en lugar de interpretar (porque no se representa a quien no se escucha), y mucho menos inventar según nuestras propias obsesiones. 30 años de “amor” nacionalista a Cataluña, de secuestro de su variada identidad para uniformizarla, que sólo la han empobrecido y vuelto antipática, donde antes era admirada. Y es que se diga lo que se diga, hay amores que matan.
Sí, decididamente la Cataluña identitaria y la España quisquillosa que le da juego necesitan a C’s. La cuestión es si C’s tendrá fuerza para sobrevivir a este fracaso y a sus propias limitaciones. Está claro que los que estaban esperando el desastre con las manos en los bolsillos no han ayudado mucho al éxito. Proliferan ahora las críticas destructivas de aquellos que no se mueven, o se van, si no se hace la suya. En el fondo puede que sean como los que critican. Pero con razón o sin ella, esas críticas son eso: destructivas. Habría que preguntarles si prefieren su opinión al proyecto que hizo nacer C’s. A fin de cuentas, éste es mucho más importante que sus líderes. Como dicen sus estatutos, no pueden estar más de 8 años en el cargo. O sea que sólo se trataba de tener paciencia y seguir aportando lo que cada cual cree, con razón o sin ella, que es lo mejor. No se trata de cortar cabezas –las necesitamos todas- sino de entrar en ellas. Yo estoy en eso.
Sabíamos de todo eso y a pesar de ello aceptamos el reto, nos presentamos y hemos perdido. No podemos alegarlo como disculpa. No tenemos otra excusa que la realidad: no hemos podido, ni sabido, (en otro momento el análisis), romper el muro y encontrar el eco necesario en la Sociedad para conseguir avanzar a un nuevo plano de influencia que nos permitiera realizar el proyecto que nos motiva, que es diferente y que consideramos necesario. Para comprender su necesidad, por ejemplo, no tendríamos más que ver cómo está Cataluña después de 30 años de nacionalismo, que no ha conseguido más que dividir a los ciudadanos en propios e impropios; donde 30 años de “defensa” de la lengua sólo ha conseguido su avance ficticio en el sector público, siempre a riesgo de desaparecer en cuanto cese la presión y la subvención, cuando ya podríamos tener tres generaciones de niños con dos lenguas emocionales. (Porque los niños aceptan en su corazón, como si siempre todo hubiese sido así, todo los que sus padres les presentan con amor.) 30 años de rencillas, imposiciones y vanidades -porque en el fondo todos los nacionalismos (sin exclusión) son un problema de vanidad- que nos han desviado del verdadero objetivo de toda sociedad avanzada: el bienestar y la libertad de sus ciudadanos. ¡Los ciudadanos!, esas personas que lo sostienen todo, y a las que deberíamos dejar hablar, en lugar de interpretar (porque no se representa a quien no se escucha), y mucho menos inventar según nuestras propias obsesiones. 30 años de “amor” nacionalista a Cataluña, de secuestro de su variada identidad para uniformizarla, que sólo la han empobrecido y vuelto antipática, donde antes era admirada. Y es que se diga lo que se diga, hay amores que matan.
Sí, decididamente la Cataluña identitaria y la España quisquillosa que le da juego necesitan a C’s. La cuestión es si C’s tendrá fuerza para sobrevivir a este fracaso y a sus propias limitaciones. Está claro que los que estaban esperando el desastre con las manos en los bolsillos no han ayudado mucho al éxito. Proliferan ahora las críticas destructivas de aquellos que no se mueven, o se van, si no se hace la suya. En el fondo puede que sean como los que critican. Pero con razón o sin ella, esas críticas son eso: destructivas. Habría que preguntarles si prefieren su opinión al proyecto que hizo nacer C’s. A fin de cuentas, éste es mucho más importante que sus líderes. Como dicen sus estatutos, no pueden estar más de 8 años en el cargo. O sea que sólo se trataba de tener paciencia y seguir aportando lo que cada cual cree, con razón o sin ella, que es lo mejor. No se trata de cortar cabezas –las necesitamos todas- sino de entrar en ellas. Yo estoy en eso.
Juan José Ibáñez
C’s de Sant Cugat
Endavant ciutadans!
2 comentarios:
Hola, compañero. Y digo compañero porque, a pesar de participar en UPyD, considero a la gente de C's como nuestros amigos.
Lamento profundamente el "fracaso" (va entre comillas porque las circunstancias de la campaña no acompañaron a C's) de su partido. He oído peticiones, rumores, comentarios... acerca del deseo de integrar C's en UPyD. Personalmente pienso que debe ser un posibilidad tenida en cuenta, ¿por qué no? Pero siempre con el máximo respeto a Ciutadans, como partido y colectividad. Tenga por seguro que si deciden venirse a UPyD serán recibidos con los brazos abierto. Pero no estoy seguro de que sea la mejor solución. UPyD y C's tienen futuros comunes pero funcionamientos diferentes (los estatutos aún no son definitivos). Temo la posibilidad de que el partido que resultase de tal fusión tuviera la volatilidad de los resultados electorales. No podemos crear un partido que, por un mal resultado electoral, se disuelva y se una a otro.
Me gustaría que de tomarse esa decisión (ya le digo que a mí me encantaría), se hiciera de forma muy meditada, muy ordenada y con el mayor consenso posible dentro de sus afiliados.
Por último me gustaría que me dijese usted qué opina de tal posibilidad y cómo cree que debería hacerse.
Un gran abrazo, y les deseo lo mejor para el futuro. Tengo un blog (AltavozMagenta.blogspot.com, me gustaría que leyera mis opiniones y las comentase, para así empezar nuevos e interesantes debates.
Un saludo y mucha suerte para el futuro.
Mario García
me alegro de leer por fin un post no autocomplaciente y que reconozca la realidad de lo sucedido en estas elecciones generales.
Creo que necesitáis un congreso extraordinario para reprobar (o no) a la ejecutiva actual.
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